Como si fuéramos un escaparate de la sociedad, la presencia de Asun Casasola, madre de Nagore Laffagge, nos regaló reflexiones muy certeras y cercanas al alumnado sobre la Violencia contra la Mujer. Además de ver el documental dirigido por Helena Taberna que relata el mediático proceso que siguió al asesinato de Nagore, trabajamos las posibles preguntas que el alumnado quería trasladar a Asun. La mayor parte de ellas giraron en torno a detalles, pormenores del juicio y también a cómo había afrontado la familia la pérdida de Nagore. Asun fue respondiendo a todo mientras compartía con el alumnado reflexiones acerca de la importancia de dejarse ayudar, de quererse mucho a una misma/o para ser capaces así de respetar los límites y poner líneas rojas en las relaciones.
Durante la charla, hubo oportunidad para el debate en torno a los conceptos de «violencia de género» y «violencia doméstica», por qué siendo de la misma gravedad las penas difieren. El número de casos y la condición estructural de este tipo de violencia contra las mujeres así lo exigen. Otro punto candente fue la percepción que tiene el alumnado de «lealtad» ante sus «hermanos» en este tipo de situaciones. Es importante conocer cómo piensan desde sus circunstancias, edad y cultura de origen. Al final, hablamos de derechos, libertades
El asesinato de Nagore Laffage en 2008, ha supuesto un referente en la lucha contra la violencia sexual, que hasta entonces había estado abandonada, primero por permanecer en el anonimato y luego, abandonada legalmente como se vio tras la polémica sentencia del caso. En 2016, el caso de La manada, abrió un debate generalizado en torno al sistema judicial y más concretamente sobre cómo se recogen los delitos sexuales en el Código Penal.
Cómo pasamos del 2008, de no tener ninguna normativa, con un juicio tremendamente injusto (tal y como se refleja en el documental y el propio alumnado ha podido comprobar) a la actualidad con movimientos mucho más reivindicativos, como es el «Me too» (miles de mujeres en todo mundo denunciando situaciones de acoso sexual); el grito de guerra de las deportistas «Se acabó» o actualmente el «Cuéntalo» de Cristinta Fallarás, con miles de mujeres en Instagram, denunciando violencia machista, pero mucho más específicamente violencia sexual.
Se ha dado el primer paso, que era romper el silencio, que quizá era lo más importante, porque lo que no se nombra no existe, para poder situar la violencia sexual en el marco del debate social y político. De esta manera, es posible que la culpa y la vergüenza cambien de bando, es decir, abandonen la trayectoria de las mujeres que la han vivido en silencio, oculto, con culpa, vergüenza y con miedo y se les atribuya a los verdaderos responsables.
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