Estrella de los Reyes (Directora de la Unidad de Coordinación contra la Violencia sobre la mujer de la Delegación del Gobierno en la Comunidad Foral de Navarra) impartió la charla dirigida a los grupos de 2º de Grado Básico organziada por el Grupo impulsor de Skolae en el centro.
El consumo de pornografía tiene un importante impacto sobre cómo se concibe el sexo, sobre todo, entre los más jóvenes. Hay estudios que demuestran que el consumo habitual de este tipo de contenidos aumentan las agresiones sexuales en general y, especialmente, contra las mujeres. Por eso, cada vez son más las voces que piden que el Gobierno de España cumpla lo prometido y regule adecuadamente el acceso a la pornografía, sobre todo por parte de los menores.

Para entender en líneas generales el impacto de la industria pornográfica conviene resumir algunos datos relevantes. La edad promedio de inicio de consumo de pornografía se encuentra entre los 9 y 11 años. Durante los últimos 5 años, aproximadamente el 86,9% de los hombres y el 54,8% de las mujeres ha consumido pornografía. El consumo de la pornografía comienza a volverse frecuente para los hombres alrededor de los 13 años y para las mujeres a los 15 años. Se estima que 1 de cada 10 consumidores tiene menos de 10 años.
En cuanto a los efectos que tiene en términos generales el consumo continuado de pornografía, los especialistas señalan que la adicción a la pornografía está causada por un estímulo supernormal (estímulo de gran intensidad y fácil obtención, a diferencia de los estímulos que recibimos en la naturaleza) y “un secuestro” de las vías que regulan la recompensa a determinadas conductas. Cuando se trata de una adicción, los jóvenes no pueden conectar emocionalmente con los demás y “evitan las relaciones sexuales porque es frecuente que presenten una impotencia sexual (son muchos los casos de disfunción erectil o eyaculación precoz en hombres que consumen porno a diario, lo que los ha llevado a acudir a neurólogos o a especialistas para poder solucionarlo).
En el taller se ofreció un recorrido histórico por el porno desde la Antigüedad hasta hoy, precisamente para demostrar al alumnado cómo poco a poco se ha convertido en algo duro, violento y explícito que no responde muchas veces a lo que supone una relación sexual placentera.
El esquema básico de la pornografía que más se consume entre los jóvenes se basa en un modelo de sexualidad patriarcal arraigado, donde prevalece la desigualdad de poder entre géneros. En este contexto, la norma principal establece que cualquier deseo masculino se cumplirá mediante el acceso al cuerpo de una mujer, independientemente de la presencia o ausencia de consentimiento. De este modo, la pornografía representa repetidamente a la mujer como un mero objeto de gratificación sexual sin ningún tipo de autonomía promoviendo así una visión distorsionada de la sexualidad femenina. Esta concepción va en contra del derecho fundamental de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y su sexualidad.
Esta percepción errónea lleva a normalizar situaciones de violencia sexual, prestándolas como encuentros sexuales no violentos. Esta normalización, a su vez, invisibiliza y erotiza la violencia al considerarla como una parte natural del acto sexual.
Es esencial proporcionar una educación sexual integral que brinde a las personas los conocimientos y las habilidades necesarias para tomar decisiones informadas y saludables. Esto implica educar sobre el respeto mutuo, la comprensión de la diversidad sexual y de género de cara a prevenir el desarrollo de un concepto erróneo del sexo, favoreciendo de este modo un entorno inclusivo y libre de prejuicios.
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